¿Qué tan preparados estamos para la muerte?

¿Qué tan preparados estamos para la muerte?

Es célebre esta expresión de la doctora Elisabeth Kübler-Ross, médica psiquiatra, quien desde la década del setenta comenzó a investigar y a acompañar a cientos de personas en duelo por la pérdida de su salud y a los familiares ante la cercanía de la muerte:Morir es trasladarse a una casa más bella. Se trata sencillamente de abandonar el cuerpo físico, como la mariposa abandona su capullo de seda”.

En esta metáfora invita a pensar en la transformación que ocurre con la muerte. A pesar de lo sensible de la frase, no es nada fácil pensar en la muerte propia o la de los seres queridos.

La muerte en la mayoría de las ocasiones llega acompañada de dolor, pena, congoja, desolación, rabia, impotencia, culpa, asuntos pendientes, en fin, un entramado emocional que se hace nudo y no siempre es fácil desanudar.

Es necesario preguntarnos: ¿Cómo quisiéramos morir? Quizás, las respuestas sean: Acompañados de los seres queridos, sin dolor físico, sin asuntos pendientes, mientras estoy durmiendo, cuando me haya reconciliado con ciertas personas; o tal vez, alguien conteste que jamás se le ha pasado por la cabeza pensar en ello, que hacerlo es atraer la mala suerte.

Es necesario expresar que, si bien no es un asunto que genere motivación, sí es algo para conversar en familia. No hay que esperar a que suceda una pérdida para hablar de ello.

Una buena muerte depende de que se dejen resueltos algunos asuntos, que se mire lo vivido con aprecio y gratitud, y se esté en paz emocional y espiritual.

Para ello, la lectura de algunos libros y películas que ayuden a despejar dudas, a aquietar la mente y a generar sosiego es imprescindible, así como personas con las cuales se hable del dolor y del miedo con empatía, respeto y compasión.  

Fanny Bernal Orozco
Psicóloga, experta en duelo del Centro de Duelo 

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