Muchas personas están en vacaciones de su trabajo durante la navidad y buscan no solo descansar sino compartir con amigos y familia. Sin embargo, no hacen realidad algunos de sus deseos porque hay muchos estresores. Uno de ellos es la misma familia. Se presentan preguntas y situaciones que generan malhumor y molestia: ¿Qué a dónde vamos a ir?, ¿Qué a quiénes invitamos?, no se puede olvidar que hay familiares que no se dirigen la palabra o que no se pueden ver, que hay unos que nunca aportan la cuota, que otros y otras se emborrachan y comienzan las peleas, que quién se queda con los enfermos. Y por otra parte, están los regalos, que son criticados por el precio, las marcas, el sitio donde fueron adquiridos.
En fin, los días de descanso y el deseo de compartir con los seres queridos se ven opacados por esas emociones que perturban y aumentan las diferencias y acrecientan las distancias.
Así entonces, la navidad se convierte en una fecha que, en vez de alegría y sosiego, genera malestar, estrés, ansiedad y deseos de que pasen rápido estos días y llegue pronto enero para volver a las rutinas cotidianas; algo que se podría evitar si las personas aprendieran a conocer sus emociones y a hacer uso de recursos para afrontar los cambios y desafíos que se originan en las relaciones de la vida diaria.
Muy distinto puede ser el panorama si se hace un buen acopio de paciencia y se invierte el tiempo en cultivar y regalarse paz emocional y compartirla con los demás. También puede ser el momento propicio para cuidar a otros a través de gestos de generosidad, esperanza y gratitud; estos son los mejores regalos que se pueden ofrendar en navidad.
Fanny Bernal Orozco - Psicóloga experta en Duelo